Translate

domingo, 16 de agosto de 2015

Obstáculos

                                                 
Hay días, en los que sin saber muy bien el por qué, no estás del mejor de los humores, no sabes dónde se escondió la mejor versión d ti. En esas ocasiones pequeños cuentos como este me ayudan a indagar en mis adentros. Comparto con vosotros "Obstáculos" de Jorge Bucay.
Voy andando por un sendero.  Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo… dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo.
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos… Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo… y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado… descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire… De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú.
                                                               -FIN-
A veces me pregunto cuándo dejamos de ver la vida con los ojos del niño que fuimos y empezamos a ver obstáculos por todas partes, ¿cuándo fue la última ver que reímos a carcajadas?¿Cuándo dejamos de sorprendernos cada día?¿Cuándo dejamos de preguntarnos el por qué de las cosas y decidimos asumirlas sin más?¿Cuándo nos olvidamos de estar contentos sin buscar algún motivo para estarlo?¿En qué momento nos dio miedo coger de la mano a esa niña que nos sonreía en el parque?¿Cuándo dejamos de gritar con todas nuestras fuerzas para lograr aquello que deseamos?¿Cuándo decidimos que éramos demasiado adultos para tumbarnos a ver las estrellas?¿Cuándo decidimos que ya habíamos aprendido bastante?¿Cuándo el pasado y el futuro pasó a ocuparnos más tiempo que el presente?¿cuándo dejamos de ofendernos ante las situaciones injustas?¿cuándo dejamos de expresar nuestras emociones con naturalidad?¿cuándo olvidamos que el "camino se hace al andar" y decidimos transitar sólo por los senderos ya señalizados? 
Últimamente ronda por mi cabecita la idea de que crecer es liberarse de todas aquellas "enseñanzas" que nos encorsetan, "descreer" de todas aquellas "verdades" que asumimos como fiables en la inocencia de nuestra niñez embarcándonos en la búsqueda de nuestras verdades propias, tarea sin duda harto complicada, para pasito a paso acercarnos a quien potencialmente somos, y llegar a la vejez volviendo a ver la vida, paradójicamente, con los ojos de un niño.
Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños. 

                     Khalil Gibran


Fuentes: google imágenes, www.proverbia.net,

 http://asicomolooye.com/wp-content/uploads/2013/11/cuentos-para-pensar.pdf