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sábado, 19 de diciembre de 2015

Jornada de reflexión



Mañana hablarán las urnas. Hoy toca reflexionar sobre lo vivido los últimos años y lo que esperamos de este futuro incierto que se nos aproxima.
Yo ya he ejercido mi derecho al voto, por correo, y lo he hecho porque ocultarlo carente de ilusión, más por responsabilidad democrática que por confiar en que alguno de los partidos puedan llevar a la práctica un cambio en profundidad del país.
He seguido atentamente toda la pre campaña y la campaña, los eslóganes prefabricados y grandes frases repetidas una y otra vez, los baños de masas, los paseos por los mercados, las fotos con los dependientes, con los niños... a los que se ha olvidado durante cuatro años.
He visto un presidente del gobierno sin liderazgo, mediocre, escondido tras un plasma toda la legislatura, rehén de la corrupción que pudre a su partido, incapaz tan siquiera de debatir con sus oponentes.
Un gobierno sectario de ministros incapaces, centrado en las cifras macro económicas, inmisericorde a la realidad oculta tras ellas.
A pesar de ser matemático o precisamente por ello se que la estadística es la forma más exacta de contar mentiras. De decir que ha descendido el paro sin contar que cientos de miles de jóvenes y no tan jóvenes, muchos de los cuales excelentemente formados, han tenido que abandonar nuestro país para buscar ese futuro que aquí les han robado.Sin contar la precarización del empleo, los contratos de dos horas que luego se convierten en diez o la brutal reducción de salarios que ha conllevado a que por primera vez en España millones de trabajadores estén bajo el umbral de la pobreza.
Un gobierno que ha dejado absolutamente desamparados a los que se han visto más afectados por la crisis, los dependientes, los menores, los empleados de larga duración tratando como meras cifras a aquello que miran con desesperación a los ojos a sus hijos sin saber hasta cuando podrán darle tres comidas al día, aterrados por la idea de ser desahuciados o inventando una realidad mágica en la que un niño pueda aceptar que taparse con mantas es más divertido que encender la calefacción.
Quisiera compartir con vosotros este artículo de Ana I. Bernal que reflejan certeramente el desprecio que siento hacia esta élite que nos gobierna y la triste realidad que se esconde tras los datos triunfales del gobierno.
"No tenéis ni idea… porque descansáis muy bien bajo cálidas sábanas y un hogar climatizado, sabiendo que vuestro trabajo os espera al día siguiente.
No tenéis ni idea de dormir con incertidumbre. La duda de si mañana suena el teléfono, o llega un email con esa oferta, o un conocido te avisa de un empleo.
No tenéis ni idea de pasar el día con el estómago vacío, ponerte cinco pares de guantes o cruzar los pies uno sobre otro muy rápido para evitar el frío.
Vosotros, que disfrutáis de amplios menús a la carta, no tenéis ni idea de abrir una despensa y que esté casi vacía. Que tengáis que repetir comida o, peor aún, ir a pedirla. Ni idea de cómo hablar con el banco para que te elimine sus cláusulas abusivas. De preocuparse porque te corten la luz o el agua. De pensar qué te llevarías de casa si al final te desahucian. O de inventar falsas aventuras ante tus hijos para aparentar otra realidad, o excusas flojas a tus padres para que no sospechen tu ruina.
No tenéis ni idea de luchar con la angustia de si atenderán a tu madre o hijo en el hospital sin que el recorte de turno les afecte. De afrontar enfermedades con fármacos excluidos que sólo vosotros podéis pagar. No tenéis ni idea de no poder caer enfermo porque no puedes permitírtelo. Ni de retrasar controles de salud ante una racha de trabajo (aunque no dé ni para el autónomo) porque sabes que no es tiempo ni de cuidarse. O de sentir en la nuca la mirada reprobatoria de un jefe, en cuyos ojos adivinas que ante tu mínimo descuido tiene a millones detrás para tu puesto.
No tenéis ni idea de ver la indiferencia en el rostro del otro, ni de sentirse un número en la cola del paro. De pellizcarte ante el espejo para asumir que es cierto lo que estás viviendo. De pensar en el incierto futuro o en la vejez, sabiendo que no has cotizado lo suficiente. O de cavilar si, de seguir así, te llegará el dinero para pagar tus muertos, de si tendrás tumba o unas flores que te honren.
No tenéis ni idea de cuando el cuerpo se queda engarrotado porque pasas horas y horas de trabajo sin descanso, sin complementarlas con vuestras sesiones de spa y masajes inalcanzables para el resto. Ni idea de dejar de estudiar, ni de anular becas, ni estancias en centros de renombre. De cruzar los dedos por si la suerte y la supuesta igualdad de oportunidades hacen un milagro en tus esperanzas.
No tenéis ni idea de anular sueños y viajes. De ver en los escaparates lienzos y botes de pinturas que te encantaría utilizar salvo que te lo niegas, porque en ese gasto ves el pan de una semana. Ni de cuando destierras esa cultura que alimenta. Esa película. Ese libro. Esa obra de teatro.
Tampoco tenéis idea del valor de nuestro cielo, mar y montaña; nuestro único refugio para el desconsuelo. Quizás por eso sólo veis en ellos un espacio de especulación y dinero.
No tenéis ni idea de aceptar cuando te hacen trabajar gratis. De que te pisoteen, de vivir con la soga al cuello y al borde del precipicio. De hacer sumas y restas para cuadrar las cuentas. De bajar la cabeza cuando tus amigos te invitan porque tú no puedes. De saber cómo el amor salta por la ventana cuando llega la pobreza. Ni de la impotencia de no dar a tu madre lo que necesite cuando lucha y proporcionarle dignidad en la enfermedad. De estar en paro y que la muerte pise los talones. De enterrar a tus muertos mientras tu vida carece de motivaciones e ilusiones, sin poder ya desahogarte con ellos de tus angustias y preocupaciones.
No tenéis ni idea de lo que es dormir con la sensación de no estar a la altura de lo que esperaban de ti. De pensar si los tuyos han dejado de sentirse orgullosos, porque ya no eres lo de antes. Ni idea de que el corazón te trote cuando ves que te pagan por tu trabajo. Ni de la rabia que sientes justo después, cuando te ves llorando porque te pagan, porque la norma y el derecho lo convertís en excepcional.
Si ni siquiera tenéis idea de esto es imposible que sintáis dolor o remordimientos por quienes mueren en el mar, escapan de las bombas o trabajan explotados sin dignidad. De los que viajan en pateras frente a vuestros coches y aviones privados y de quienes duermen al frío, rodeados de basura y maleza, a pies de fronteras cerradas. De quienes pagan el precio a morir por sobrevivir.
Cuando digo que no tenéis ni idea, es que no tenéis ni idea de SENTIR, porque no lo padecéis. No tenéis idea de qué es sentir la humillación, el desaire, la ofensa o la vergüenza, el desprecio y el bochorno, la altivez y la arrogancia, la altanería y la soberbia. No lo sabéis. De la misma manera que yo desconozco cómo vivir con vuestro grado de codicia, ambición, rapacidad y usura."
Mañana nuestra generación, marcará una página en su historia. Tenemos la oportunidad de ser recordados como la generación que protagonizó la regeneración democrática de nuestro país, la generación sin miedo que devolvió el futuro prometido a nuestros hijos o la que permaneció indiferente ante un régimen corrupto que arrojó a la precariedad a millones de ciudadanos.
No me atrevo a pedir el voto para ningún partido, pero si a pediros que meditéis si después de depositar vuestro voto en las urnas podéis seguir defendiendo con coherencia vuestros principios.
Humildemente pero con firmeza le pido también a Pedro Sanchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón que una vez acabado el "teatro" de la campaña sean capaces de aparcar sus egos y estar a la altura de aquellos que depositen en ellos su confianza para salir de su desesperada situación.

Fuentes:
http://www.eldiario.es/and…/desdeelsur/idea_6_456064443.html