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sábado, 28 de febrero de 2015

LA CIUDAD DE LOS POZOS (Jorge Bucay), un profundo relato


Aquella ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Aquella ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados, sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros mas pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias corrían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblecito humano.
La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se preciara debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no era lo superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente, los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron hasta tal punto que ya no podían incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, otros pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior…
Uno de ellos fue el primero. En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No pasó mucho tiempo hasta que la idea empezó a ser imitada. Todos los pozos utilizaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior. Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. Él pensó que si seguían ensanchándose de aquella manera, pronto se confundirían los bordes de los distintos pozos y cada uno perdería su identidad…
Quizá a partir de esa idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo más profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido…
Al principio tuvo miedo al vacío. Pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho…
Un día, algo sorprendió al pozo que crecía hacia dentro. Dentro, muy adentro, y muy en el fondo… ¡encontró agua!
Nunca antes otro pozo había encontrado agua.
El pozo superó su sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo sus paredes, salpicando sus bordes y, por último, sacando el agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa. Así que la tierra que rodeaba al pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en forma de hierba, de tréboles, de flores y de tronquitos endebles que se convirtieron en árboles después…
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido aquel milagro.
- No es ningún milagro - contestaba el Vergel - . Hay que buscar en el interior, hacia lo profundo.
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desestimaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ser más profundos tenían que vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas…
En la otra punta de la ciudad otro pozo, decidió correr también el riesgo de vaciarse…
Y también empezó a profundizar…
Y también llegó al agua…
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo…
- ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban.
- No sé lo que pasará - contestaba - Pero, por ahora, cuanta más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma…
Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.
No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto.
Habían descubierto la comunicación profunda que sólo consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar.

Vivir cada día como si fuera una vida entera


Yo recuerdo nítidamente la mañana que leí la siguiente reflexión del Dalai Lama en un azucarillo:
“¿Qué es lo que más me sorprende de la Humanidad? Los hombres, porque pierden la salud para acumular dinero. Después pierden dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro, olvidan el presente de tal forma que acaban por no vivir ni en el presente, ni en el futuro. Y viven como si nunca fuesen a morir. Y mueren como si nunca hubiesen vivido.”
Esta simple pero profunda reflexión fue el desencadenante de un proceso de transformación que llevaba años ocurriendo dentro de mí. Horas mas tarde escribí la siguiente reflexión que hoy comparto aquí con vosotros/as:
Cuántas veces a lo largo de nuestra vida decimos "cuando consiga tal cosa..." o "cuando cumpla tantos años", "cuando tenga tal trabajo..." podré cumplir mis sueños, seré feliz...Parece ser que nuestros sueños siempre viven en el futuro y así difícilmente serán alcanzables. ¿Por que no vivir cada día como si fuera una vida entera?¿por que no soñar con ser feliz "simplemente" hoy?

viernes, 27 de febrero de 2015

El banquero y el pescador

El banquero y el pescador

Un banquero y experto en inversiones, estaba en el muelle de un pequeño pueblo caribeño, cuando llegó un pescador en su bote.
Dentro del bote había varios atunes amarillos bastante grandes y el banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó:
-¿Cuánto tiempo le tomo pescarlos?
-Muy poco tiempo, respondió el pescador. 
-¿Porqué no se quedó más tiempo pescando, podría haber traído mas peces? Preguntó el banquero.
-Si, seguramente, pero esto es suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de mi familia, dijo el pescador
-Pero permíteme que te pregunte, dijo el banquero ¿qué haces con el resto de tu tiempo?
-Después de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta, luego acompaño a mi esposa hacer las compras y por las noches me reúno con los amigos para pasar un buen rato conversando. Llevo una vida tranquila y despreocupada, dijo el pescador.
-Mira, yo soy un especialista en marketing y asesor de grandes empresas y podría ayudarte a desarrollar un negocio. Lo que tendrías que hacer, es dedicar más tiempo a la pesca y con los ingresos podrías comprar un bote más grande. Al tener un bote más grande puedes pescar mucho más que ahora, de manera que duplicarías las ganancias. Con el tiempo podrías comprar varios botes y tener empleados que pesquen para ti.
El siguiente paso es que en lugar de vender el pescado a un intermediario, lo podrías vender directamente a la empresa que distribuye el pescado una vez envasado y empaquetado y con el tiempo podrías tener la distribución para la provincia o el país entero.
Claro cuando eso ocurra, tendrías que dejar este pequeño pueblo para instalarte en la gran ciudad, desde donde manejarías tu empresa, sin tener que salir a pescar.
-¿Pero, cuánto tiempo hace falta para que ocurra todo eso? Preguntó el pescador.
 -Entre diez y quince años, dijo el banquero.
-¿Y luego qué? Dijo el pescador.
-Después se puede anunciar una IPO (Oferta Inicial de Acciones) y vender las acciones de tu empresa al público. Te harás millonario.
-¿Y luego qué? Le preguntó sonriendo al banquero.
-Luego te puedes retirar. Te compras una casita en un pueblecito de la costa, donde puedes descansar, dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, ir con tu esposa de compras y  reunirte con tus amigos y familiares para pasarlo bien. Dijo el banquero.
-¿Acaso no es eso lo que ya tengo?

La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.

Carta al "distinguido" Sr. Wert

                                                                      
Distinguido Sr. Wert,
Ayer,por enésima vez, los estudiantes salieron a la calle para mostrar su rechazo frontal a sus políticas. Una vez mas usted hace oídos sordos, y con su prepotencia habitual, ha asegurado que el apoyo a la huelga ha sido "minoritario" y ha explicado que se debía, entre otras razones, a que las que sustentan la convocatoria "están alejadas de la realidad".
Dicen que fue usted un alumno brillante. Brilló usted sí, pero en un sistema memorístico,donde un loro bien amaestrado podría recitar la lección de memoria igual que usted, donde las clases empezaban cantando el cara al sol con la mano en alto. Seguro estoy de su brillo en esta faceta.
Pero como ministro, queda usted muy lejos de la brillantez que le atribuyen los rancios medios de la derecha. Es usted, en mi opinión, de lejos el peor ministro de Educación de la democracia y eso incluso con precedentes como Esperanza Aguirre en su momento, o el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Y lo es, no solamente por sus bravuconadas y salidas de tono, véase "españolizar a los niños catalanes", sino por lo retrogrado y elitistas de sus propuestas.
La subida del IVA cultural, el recorte de las becas Erasmus y generales, el cambio a grados 3+2, apestan a su temor a que las clases medias y bajas alcancen los grados mas altos de excelencia educativa y tomen las riendas de este maltrecho país.
En cuanto a la introducción como asignatura de oferta obligatoria y evaluable de la religión en la escuela recordarle las palabras de Fernando De Los Ríos: "El Estado no puede solicitar del hombre ni emociones, ni sentimientos, ni creencias, y es, sin embargo, en el reino de la emoción, del sentimiento y de la creencia donde viven la fe y la confesión. Por eso, ante el dintel de la fe... el Estado no es que no puede, es que debe mantenerse alejado y neutral; es decir, el Estado tiene que ser aconfesional"
!Ay si el pobre Fernando levantara la cabeza!