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domingo, 5 de febrero de 2017

Manifiesto Día Escolar de la No Violencia y la Paz

Comparto con vosotros el manifiesto que escribí para la celebración del Día de la Paz en el IES Nazarí de Salobreña.

Fue un 30 de Enero de 1948 cuando una bala quiso acallar la voz de Gandhi. Acabaron con su vida pero emergió aun con más fuerza su figura y perdura para siempre su mensaje de paz.

En estos tiempos en los que la violencia nos desgarra cada día con sus diversas manifestaciones, el terrorismo, la guerra, el trabajo infantil, la violencia machista, el acoso escolar… recordamos su figura y alzamos la voz para reivindicar la palabra, el dialogo, la educación como las únicas alternativas reales, las únicas armas legitimas frente a la violencia.

Para alcanzar la paz no bastará con discursos cargados de buenas intenciones. Es necesario reflexionar sobre nuestra responsabilidad en esta tarea. Difícilmente lograremos la paz en Siria o el Sahara si no somos capaces de alcanzarla en nuestros centros escolares, nuestras casas y nuestras calles.

Las transformaciones no provienen tan sólo de la mano de grandes líderes o acontecimientos, suceden también a través de pequeñas acciones, acciones reales y concretas que están al alcance de nuestras manos. Comencemos a construir en nosotros mismos el cambio que deseamos ver en el mundo.

Como profesores coincidimos con cientos de alumnos, compañeros, padres y madres de diferentes lugares, culturas o niveles económicos. Podemos apreciar que pese a esas diferencias superficiales todos somos básicamente iguales: tenemos deseos y anhelos semejantes. Ser valorados, ser escuchados, ser queridos. Comprender que todos a nuestra manera buscamos ser felices, dejar a un lado nuestros prejuicios y practicar una comunicación más profunda evitaría a buen seguro muchos de los conflictos existentes.

A pesar de vivir en la época de las redes sociales, estamos lejos de esa comunicación profunda. En la llamada era de la información, nuestra sociedad parece confundir emociones con emoticonos, medir la soledad por el número de “contactos” y la autoestima por los “me gusta” recibidos, mientras apenas sabemos nada del mundo interior de aquellos con los que compartimos aula durante años, de nuestros vecinos, de quienes comparten nuestro mundo e incluso de nuestras personas mas cercanas.
Hagamos un esfuerzo por ver más allá de las apariencias, pues como dice El Principito “lo esencial es invisible a los ojos”.

Dejemos de construir barreras que nos separen del diferente y tendamos puentes que nos acerquen.  Trabajemos juntos para derruir los muros del odio; para asaltar las vallas que separan la pobreza y la guerra del bienestar; para abrir las verjas de nuestros prejuicios a los que tienen una lengua, una cultura o un color de piel distinto del nuestro.

Alguien dijo que el futuro pertenece a quien cree en la belleza de sus sueños. Soñemos pues, con un instituto que sea ejemplo de tolerancia, de armonía. Soñemos una Salobreña diversa, solidaria, justa, que sirva de inspiración para un mundo mejor. Soñemos juntos y hagámoslo posible.


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